Eran las 5 de la tarde terminaba la rutina del día, los papeles quedaban de nuevo sobre el viejo escritorio, una a una se marcharon las operarias y me fui quedando solo acompañado de aquel gran silencio de siempre. Una llamada rompió el silencio, una voz escalofriante, aterradora volví a escuchar en mi oído como cada año, Marcela Santo Domingo jefe de recursos humanos - Señor Duarte es para recordarle el gran cierre de fin de año don Porfirio Buena Gente el dueño de la empresa, familia e hijos y los demás jefes lo invitan cordialmente a disfrutar de una encantadora noche y de una exquisita cena…. -Si allí estaré; lugar el mismo del año pasado, invitados la mismas caras de siempre, menú, carne a la plancha, papitas, cerveza y en cada mesa una botella de ron. Ya me imaginaba la escena nuevamente... decido colgar al teléfono y siento como unas extrañas ganas de salir hasta el lugar aquel pensando en que nunca sabes que algo bueno pueda pasar.
El premio se lo lleva el mismo del año pasado, pues sigue siendo el premio al mas antiguo, lleva 20 años en la empresa empezó desde el primer día, todos esperamos que muera pronto para poder ver a otro recibiendo el gran premio, que año tras año sigue siendo el mismo de siempre, creo que a cualquiera le viene bien una colección de televisores durante algunos años, es mas mi tv fue el premio que Gonzalo Sony así le decimos de cariño el que gano hace 3 años... me lo vendió muy barato a menos de mitad de precio, no podía decir que no.
7 de la noche, una noche fabulosa, sin lluvia, un salón lleno de jefes y jefes de mis jefes de dueños e hijos de los dueños, y entre todos ellos nosotros los administradores los causantes de sus riquezas y sus adorables puestos en fin, nos empezamos a juntar en la misma mesa los mismos de cada año, solo que esta vez un poco mas viejos, con mas barriga, menos plata pero felices de vernos; el gordo, el orejón, el flaco, el tuerto y yo.
Todos enamorados de las piernas de América así le decíamos a la contadora porque todos queríamos descubrirla y aprovecharnos de ella, era el mejor alimento para los ojos.
Como todos los años nos dedicamos un rato a confundir a las meseras nuevas, cuando iniciaban el servido de la cena, cambiando de puesto los platos servidos y descompletando los platos de los compañeros que salían al baile, dejábamos una o dos cucarachas en alguno de los platos de los hijos del dueño o de los gerentes, nunca las encontraron.
La noche se tornaba un poco fría un karaoke era el siguiente evento de la noche todos cantaban ridículas canciones, desafinaban ya dominados y atrapados por el alcohol tratando de seguir la melodía de la noche.
Uno a uno se fueron marchando los grandes jefes en sus lujos carros dejando sobre las mesas los platos de la majestuosa cena con las sobras arriba de ellos.
La señorita América lanzo una invitación para quienes quedábamos aun en el salón y si la seguimos a su casa ella me tenia loco, como toda jefe de contabilidad ella llevaba muy bien la cuenta de cuantos rones teníamos ya encima cada uno de nosotros yo acepte la invitación era la primera vez que ocurría, casi siempre cada año al llegar de la cena, terminaba encerrado en el baño de mi casa en plena madrugada maldiciendo una botella de ron y jurando de rodillas no volver a beber.
Llegamos a su casa y todos andaban emparejados... menos ella y yo…parecía que el destino nos preparaba uno de sus planes… ella me invito a su cuarto mientras el resto de parejas a media luz bailaban, yo la seguí hasta olvidarme por completo de mi, la bese, jugué con su cabello, me fui perdiendo poco a poco con su fragancia, no se que paso después…mas bien nunca conte lo que paso despues. Nadie sabrá que es mentira que la ame hasta el cansancio, que nunca volé junto a sus piernas, que no fui su dueño y ni ella mi dueña ...
porque sencillamente la contemple al dormir. la arrope en mis brazos... y ya era domingo cuando desperté.