Caminamos por la calle como dos
desconocidos en la misma dirección , pájaros desamparados bajo una lluvia de frío.
Hicimos una pausa en el camino y entramos a la estación para escaparnos del frío y conversamos esa noche como
nunca tú y yo. Gotas de una frágil lluvia resbalaban en tu rostro...
Pude conocer cien cosas
sobre ti, cosas que nadie pregunta, cosas que nadie conoce, cosas que
solo tú y yo conoceremos.
Me volviste a enamorar como haces
siempre y afirmo que siempre cada
encuentro es diferente, llego como si no te conociera y comienzo a descubrir en
tu mirada esas cosas que me encantan, tu frágil figura, esas sutiles
palabras y tus sueños de crecer, tus sueños de un mañana...
Estar junto a ti, decirte tantas cosas, verte a los ojos sin temor, comenzar a conocerte rompiendo la timidez y los miedos, acercarnos para hablar
con respeto y sonriendo cada vez que algo loco se nos ocurría al hablar de lo tuyo o de lo mío sencillamente fue algo especial, no logro ahogarnos la
lluvia que inundaba nuestros zapatos, esa misma que con fuerza nos pedía un abrazo para calentarnos.
Fue el reloj entonces el verdugo como en los cuentos nos hizo un
llamado de atención, se movió con mayor rapidez y pensó en voz alta…aquí algo pasa.
Pero será en otro tiempo y lugar que continuará esta historia si el reloj lo
permite con lluvia o si lluvia pero con ella.
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